lunes, 6 de febrero de 2012

Demis Roussos - "Goodbye my love goodbye" (1973)

No siempre Grecia vivió pendiente de planes de rescate cada seis meses ni fue motivo inagotable de disgusto para el mundo. Hubo una época en la que exportó cantantes singulares, de entre los que se destaca la contundente figura del que hoy nos traemos, nunca mejor dicho, entre manos: Demis Roussos. A fuer de ser justos con la verdad, hay que decir que es nacido en Egipto, de padres también nacidos en Egipto pero ascendencia griega, y dado que ha desarrollado allí toda su carrera, cabe atribuir el daño al país heleno.

Con esa carica, ese vozarrón que tan pronto fluctuaba a lo grave como al falsete, y ese gusto por la ropa holgada, cuesta creer que Roussos se iniciara en la música en un grupo de rock progresivo, pero así fue, si bien pronto empezó su carrera en solitario, dándose a la música melódica y escorándose a la cancamusa. No le neguemos a Demis el mérito de habernos legado un temazo como "Velvet Mornings", más conocido como "triki triki triki..." y todo lo que sigue.

 Él en sí mismo ya era un canto al triki triki

No es fácil dar con información sobre quién dirigió (o ideó) esta pieza audiovisual que con tanta fidelidad se ciñe al título de la canción. Lo primero que vemos es un tren deslizarse por los raíles, y así vamos pillando el concepto de que alguien se ha ido, en un plano de 15 segundos, para que no nos quedemos con dudas, que se funde con la inclasificable pechera del afligido cantante.

Con otro socorrido fundido, vemos a Demis pasear su tristeza por el andén de la estación, con una ropa muy ibicenca y playera que permite al rotundo griego exhibir ese pecho palomo. Y aunque hace ya un minuto que ha salido el tren, es ahora cuando el cantante estira la mano para despedir a su amada, adoptando una pose en la que no se sabe bien qué es lo que predomina: el sentido adiós, o el gesto de cantar una saeta al Cristo de los gitanos:


El realizador se recrea en estos planos, pero con notable desacierto intenta encuadrar la cara y la mano en el mismo plano. Finalmente se da por vencido y se queda con la mano, en lo que será posteriormente la tónica general del videoclip, dando la impresión a partir del 2:23 de que es la mano la que canta. Ni en un Congreso de Masturbadores Compulsivos se ha rendido tan sincero homenaje a la mano. No sé si era el estilo de los setenta, pero está rodado con una desgana asombrosa, de la que Roussos sale airoso porque está dándolo todo en materia de feeling y sentimiento.


Tras fundidos y más fundidos, vemos a Demis cantando sobre las vías del tren, lo que constituye una actitud tan temeraria como la pechera que lleva, y que desde 1000yun videos desaprobamos enormemente (tanto la pechera como cantar sobre las vías).

A partir del 2:42 lo que antes era gesticulación ya deviene en una frenética concatenación de aspavientos sin sentido, que derivará en un abuso intolerable del plano del brazo peludo del melódico cantante griego.

Y yendo al 3:06 tenemos mi parte favorita: un plano abierto de Demis cantando sus penas en el andén, con un individuo detrás que tiene aspecto de trabajador de la estación, y actitud de "pero mira que veo gente rara yo aquí todos los días que ya estoy inmunizado", y que contempla al cantante como si no empatizara lo más mínimo con su tragedia personal, cosa lógica por otro lado, porque si trabajas en una estación de tren a los quince días ya estás aburrido de ver gente despedirse.

"Voy a echarme el cigarrito mientras veo al peludo éste"

El plano se abre y nos ofrece el detalle de saber que estamos en la estación de tren de Bruselas Sur, donde ninguna placa, inexplicablemente, conmemora la grabación de este videoclip tan preñado de sentimiento. Finalmente dejamos allí a Demis, reflexionando compungido sobre los trenes, los que se llevan a nuestro amor, los que no cogemos a tiempo, los que llegan con retraso...



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